El doble reto de las periodistas
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El doble reto de las periodistas

Lucía Lagunes Huerta

El 14 de mayo de 2010, la recepción de un correo electrónico cambió por completo lo que hasta ese día era su práctica periodística de 15 años, “ya valiste, sobre tí ya está la muerte”, era el contenido del mensaje que venía de una cuenta falsa de correo electrónico, que la autoridad nunca pudo desentrañar la identidad.

Para Gabriela, nombre ficticio por razones de seguridad, el mensaje era claro, el seguimiento periodístico que realizaba de la resistencia social ante la construcción de una presa hidroeléctrica en el occidente de México era la causa, pues ya en otras ocasiones había recibido amenazas para que dejara de darle la voz a “los revoltosos”.

La consecuencia de la amenaza fue que ella, disminuyera la cobertura sobre el tema hasta casi desaparecer, nunca lo compartió con sus jefes, pues estaba segura que la tacharían de exagerada o problemática, como a otras colegas suyas, al momento de dar a conocer a sus superiores las amenazas.

En 15 años de trabajo Gabriela había enfrentado diversas situaciones, políticos que amenazaban con “reportarla con su jefe” por notas que no les gustaban, empujones de guardaespaldas o del estado mayor presidencial al momento de la cobertura y “chacaleo” (término que se utiliza en el argot periodístico mexicano para denominar las entrevistas masivas en la calle o tras los eventos formales).

La diferencia al momento de recibir la amenaza de muerte, para Gabriela, era el contexto que se vivía y permanece en México, la letalidad contra periodistas y la abrumadora impunidad, han sido la ecuación que mantiene a la República Mexicana en los primeros lugares del ranking de los países más peligrosos para ejercer el periodismo.

El caso de Gabriela forma parte de la investigación sobre violencia contra mujeres periodistas y libertad de expresión que desde 2010 la organización mexicana, Comunicación e Información de la Mujer, A.C (CIMAC) realiza desde una perspectiva de Igualdad de género.

De acuerdo con CIMAC tan solo en el gobierno de Enrique Peña Nieto, uno de los sexenios más violentos para el trabajo periodístico en México, 448 mujeres periodistas fueron violentadas por su trabajo informativo, 15 de ellas asesinadas, todos en la impunidad.

Según la organización internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF), que documenta los atentados contra periodistas, en su informe de abril 2019, México ocupaba el lugar 144 de 180 de peligrosidad para ejercer el periodismo en el mundo y el peor en América Latina.

Y en los primeros cuatro meses del gobierno de Andrés Manuel López Obrador se habían asesinado siete periodistas, dos de ellas mujeres, lo cual se suma a los 47 asesinados en el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, señaló recientemente RSF.

Las mujeres periodistas son “doblemente propensas a ser víctimas de violencia” por ejercer su derecho a la libertad de expresión y por razones de género, afirma el informe “Mujeres periodistas y libertad de expresión” publicado por la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el 8 de marzo del 2019.

“Los actos de violencia contra las mujeres, y en especial contra las mujeres periodistas, no son actos aislados, sino que son sintomáticos de un patrón de discriminación estructural contra las mujeres, que tiene sus raíces en conceptos referentes a la inferioridad y subordinación de las mujeres ante los hombres”, señala el informe.

No hay espacio en el que las periodistas no enfrenten algún tipo de violencia, incluido el mundo digital, de acuerdo con el estudio realizado por Amnistía Internacional sobe el acoso en línea siete por ciento de las menciones en twitter eran comentarios de odio dirigidos a su apariencia, género o sexualidad, es decir, una de cada 14 menciones eran abusivos.

 

La doble condición de vulnerabilidad

A mayor agresión contra la prensa las mujeres periodistas enfrentan el incremento de sus condiciones de vulnerabilidad, pues a las violencias naturalizadas que enfrentan por el simple hecho de ser mujeres se suman las agresiones por el trabajo que desarrollan.

Esta doble condición genera impactos mayores que dificultan continuar con su trabajo informativo, ¿cómo hacer periodismo libre si tienes que cuidarte del acoso de tu jefe y de tu fuente informativa? Son preguntas que se hacen reporteras mexicanas tras los resultados de la encuesta que realizaron entre 392 periodistas en el primer trimestre del año 2019, por la organización Periodistas Unidas Mexicanas (PUM).

Cuestionamientos similares se desprenden del sondeo realizado en 2013 entre periodistas de todo el mundo, donde dos terceras partes de las encuestadas reconocieron haber experimentado alguna forma de intimidación, amenazas o abusos en relación con su trabajo, dichas acciones iban desde insultos hasta amenazas de muerte.

La encuesta Violence and Harassment against Women in the News Media: A Global Picture, fue respondida por mil mujeres periodistas y realizada conjuntamente por el International News Safety Institute, con sede en Londres, y la International Women’s Media Foundation, con sede en Washington, DC.

Entre los agresores identificados por las periodistas encuestadas, fueron mayoritariamente jefes, supervisores y compañeros de trabajo. Las fuentes informativas representaron 16% de los agresores.

Si bien existe una mayor exposición a las agresiones contra la prensa cuando son cometidos por agentes del Estado, es fundamental reconocer las condiciones específicas que enfrentan las periodistas, por el simple hecho de ser mujeres, y que atentan contra su libertad de expresión y contra el derecho de la sociedad a ser informadas.

Este segundo plano ha sido obviado por la mayoría de las organizaciones tradicionales de defensa de Libertad de expresión y ha sido rescatada por las organizaciones feministas de mujeres periodistas.

 

Hombres poderosos, hombres abusadores

“Los hombres en puestos poderosos que se alojen en su hotel pueden ser incluso más amenazantes que los guardias fronterizos en una zona de conflicto,” es una de las frases que rescata la encuesta mundial, Violence and Harassment against Women in the News Media: A Global Picture, y que describe perfectamente lo que muchas periodistas enfrentan de manera frecuente en su profesión.

El acoso y hostigamiento de parte de las fuentes de información también fue denunciado en el año 2015, cuando 40 reporteras francesas de diferentes medios publicaron una carta en el diario Liberation, en la cual denunciaron las actitudes misóginas de los políticos franceses.

Las periodistas francesas evidenciaron las frases insultantes de políticos en la Asamblea Nacional, quienes suelen hablar de la apariencia física o la vestimenta de la periodista para responder a los cuestionamientos de las profesionales, incluso las insinuaciones directas para tomar alcohol o cenas para realizar las entrevistas.

“El machismo y los estereotipos de género arraigados en las sociedades de los países de la región incrementan la situación de riesgo de las mujeres periodistas y les impide el completo ejercicio de su derecho a la libertad de expresión y de su derecho a vivir una vida libre de violencia,” enfatiza el Informe sobre violencia contra mujeres periodistas de Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la CIDH.

La denuncia masiva de las violencias que viven las periodistas se vio reflejada a través de las diversas versiones del hastag #MeToo. En el caso de México este hastag se viralizó en el mes de marzo del 2019, ahí se recibieron 329 denuncias, fueron señalados 197 agresores y 74 medios de comunicación, cabe señalar que uno de los medios con el mayor número de denuncias fue el diario La Jornada, en cual albergó durante nueve años el primer suplemento periodístico feminista DobleJornada, desaparecido en 1997.

Pese a la dimensión de las agresiones narradas, las cuales en ocasiones contaban con denuncias dentro de los medios de comunicación y en las instancias laborales, las empresas periodísticas guardaron silencio, salvo cuatro medios de comunicación de los 74 señalados.

Las agresiones que viven las periodistas, por el simple hecho de ser mujeres, incluso han sido transmitidas en tiempo real, al momento que ellas hacen enlaces directos en espacio públicos, la audiencia televisiva ha sido testigo de hombres que las tocan, las besan o las hostigan sexualmente, como fue durante el mundial de Rusia, nuevamente las empresas reaccionaron tímidamente para proteger a las reporteras y sancionar las agresiones.

Quienes las agreden son hombres con poder, ya sea porque son sus jefes, sus fuentes o hombres comunes conscientes del poder de la impunidad que les abriga.

 

Siglo XXI, la ruptura del silencio

Tal vez una de las características del segundo decenio del siglo XXI, sea la ruptura del silencio de las periodistas.
A fuerza de la denuncia las periodistas han sacado a la luz pública la violencia estructural que enfrentan en su medio y como éstas atenta contra su libertad de expresión y el derecho a la información de la sociedad.

El 11 de junio, la periodista mexicana Norma Sarabia fue asesinada a tiros frente a su casa en el estado de Tabasco, México, su crimen se suma a otros indignantes como el de Mena Mangal en Afganistán, Lyra McKee en Irlanda del Norte y Daphne Caruana Galizia en Malta, todas mujeres periodistas asesinadas por realizar su trabajo y hacer oír sus voces.
Cifras de UNESCO, revelan el incremento en los asesinatos de las periodistas en todo el mundo: 38 entre 2012 y 2016, cuando entre 2008 y 2012 se registraron 21. Estos trágicos eventos revelan un fenómeno generalizado pero poco discutido, señala el organismo internacional.

“Las mujeres periodistas son objeto de la misma amplia gama de violaciones de los derechos humanos que afectan a los periodistas en general. Sin embargo, también experimentan discriminación en el lugar de trabajo y el empleo, y violencia por razón de género, incluidas amenazas de violencia, abuso y acoso. Ambos son síntomas de la desigualdad basada en el género, la discriminación y la violencia que experimentan las mujeres en todo el mundo en muchos aspectos de su vida”, señala el Informe Seguridad de periodistas y la cuestión de la impunidad, del Secretario General de la ONU.

Pese a la gravedad de los crímenes los gobiernos poco abonan para detenerlos, ya que de acuerdo con la Relatoría Especial sobre Libertad de Expresión del Sistema Interamericano la mayoría de casos denunciados permanecen en la impunidad.
En el Informe reciente sobre Mujeres periodistas, la Relatoría señala que “observa con preocupación la persistencia de obstáculos que van desde la ausencia de mecanismos y programas específicos de protección en algunos países hasta deficiencias asociadas al diseño e implementación efectiva de los mecanismos existentes.”

Por este motivo, el informe culmina con una serie de recomendaciones hacia los Estados en materia de sus tres obligaciones de proteger, prevenir y procurar justicia en los crímenes. Algunas recomendaciones tienen que ver con la necesidad de formar a sus funcionarios con perspectiva de género, lo cual se pondrá en práctica al momento de establecer medidas de protección a mujeres periodistas.

También les recordó a los Estados que los crímenes sexuales deben ser investigados con una mayor celeridad, y garantizando la no revictimización de las personas. La Relatoría Especial también hace recomendaciones a los medios de comunicación para que trabajen por mejorar el ambiente laboral al crear protocolos claros para denunciar acoso, así como formación en medidas de autoprotección.

En 2012 por primera ocasión mujeres periodistas y defensoras de derechos humanos mexicanas acudieron al Comité de expertas de la Convención Contra Todo Forma de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) para exponer las violencias que enfrentaban y que limitaba su labor, tras su presencia el comité expreso sus preocupaciones ante “una variedad de manifestaciones de violencia, como amenazas y campañas difamatorias, abuso sexual, hostigamiento y feminicidio”, así como “la demora de las autoridades competentes en adoptar medidas para garantizar los derechos humanos de las periodistas y las defensoras de los derechos humanos, en particular, la libertad de expresión, la vida, la libertad y la integridad de la persona, así como el acceso a la justicia.”

“Sin libertad de expresión, y especialmente sin libertad de prensa, es imposible que haya una ciudadanía informada, activa y comprometida,” señala el Plan de Acción de las Naciones Unidas sobre la Seguridad de los Periodistas y la cuestión de la Impunidad.

Cuando se ha demostrado que la presencia de las periodistas es fundamental para poder transformar la forma de presentar la información, como lo corroboran los observatorios mundiales que ha realizado el Proyecto de Monitoreo Mundial, que encabeza la WACC, que las periodistas vivan libres de violencia para poder ejercer el periodismo se hace urgente si se quiere transformar al mundo, señala CIMAC.

 

Lucía Lagunes Huerta es periodistas feminista con 28 años de trayectoria, directora de Comunicación e Información de la Mujer y de la agencia noticiosa Cimacnoticias, editorialista en Radio Educación y Radio Universidad de Tamaulipas, integrante del Consejo Consultivo del Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derecho Humanos y Periodistas de México; coordinadora y docente del Diplomado Comunicación y Género que realiza CIMAC en colaboración con la UNAM e Integrante de la Red Temática Libertad de Expresión y Seguridad de los Periodistas, promovida por la Cátedra UNESCO de Comunicación, aprobada por la Universidad de Málaga España.

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