21 Feb 2021 Erase una vez el cine
Por Carlos A. Valle
El secreto de las películas es que son una ilusión. (George Lucas)
Este es un mundo absorbido por un océano de desarrollo tecnológico del que dependen cada vez más los estados para su funcionamiento como las empresas mismas y la economía mundial para sus transacciones, sin entrar a detallar como ha ido modelando la vida privada. El celular, la computadora, los juegos electrónicos habitan permanentemente en una gran franja de la sociedad moderna, como si fuera una extensión más del mismo ser humano.
Es este desarrollo incesante y creciente el que también ha penetrado muy marcadamente en el mundo del cine trastocando los contenidos y la estructura de sus presentaciones. Se puede hablar de escenarios creados por las computadoras, arsenales con armas altamente sofisticadas que abruman por su eficacia. Mientras eliminan seres sin pausa la sangre corre raudamente.
A esto se suman grandes cataclismos de la naturaleza, explosiones que destruyen ciudades enteras, sin faltar invasiones de seres extraterrestres, mayormente de extraña fisonomía, y con intereses destructivos. Muchas de las historias carecen de un sólido argumento aunque nunca falta el héroe que salva finalmente al mundo de un inminente fin. Las mujeres han mejorado su presencia e importancia aunque hasta cierto punto
Las lecciones del pasado
Frente a esta realidad no debe olvidarse que en su comienzo, hace un poco más de un siglo, los creadores del cine no estaban demasiado preocupados por el futuro desarrollo de su invención. Lo consideraron un experimento científico y no esperaron que fuera usado para propósitos masivos. Sin embargo, muy pronto el cine entró un en proceso de masificación industrial. Sus objetivos comerciales determinaron su desarrollo y crearon una estructura particular a su alrededor. Vale la pena recordar brevemente esta vertiginosa historia.
Para atraer a grandes audiencias fue necesario ofrecerle material atractivo. Las películas muy pronto llegaron a ser populares, convirtiéndose en un invalorable vehículo de comunicación. No podemos entender el mundo actual a menos que reconozcamos el papel del entretenimiento como parte de la vida pero, al mismo tiempo, que no deja de ser un factor ideológico. El entretenimiento no es neutral. Asume una determinada comprensión de la vida y el papel de hombre y la mujer en la sociedad. Se puede estar de acuerdo o no con una visión particular, pero no se debe dejar de lado las implicancias de lo que llamamos “entretenimiento”.
La trascendencia del cine
El filme tenía un carácter popular y, en aquel momento, las iglesias no tenían un testimonio significativo para las masas, en contraste con el importante lugar que le atribuyó la revolución rusa a las películas, como en el caso de la obra del recordado director Sergei Eisenstein.
Los filmes llegaron a ser un instrumento en la lucha por el poder y la dominación. Joseph Gobbels, el muy conocido ministro de Propaganda de Adolf Hitler, quiso estudiar los filmes rusos en su búsqueda por dominar a la sociedad. En su momento, a su manera, esto se reflejó en el cine que empezó a dominar en Hollywood insuflando el “American way of life”.
Las iglesias en general se manifestaron con actitudes negativas a este nuevo mundo. Algunas tenían una cierta aversión contra el entretenimiento como tal. Aceptaban películas educativas, pero no con argumentos. Esta actitud de las iglesias no detuvo la marcha de la industria. Se establece otra estrategia. Si no se puede evitar su rechazo hay que encontrar atajos que lo contengan. Esto se inicia en EEUU por el 1920, con un movimiento de censura-autocensura, con la introducción del llamado “Código Hays”, que siguió vigente hasta 1956.
Este código estableció, lo que se llamó una victoria pírrica. El código se impuso pero la gente no estaba convencida, por lo que llegó a ser un deporte bordear los límites de la censura. Así lo hizo el director Cecil B. DeMille con películas basadas en temas bíblicos En este Código, por ejemplo, el pecado fue identificado con el sexo, otras formas de pecado fueron pasadas por alta. Así, el amor se resumía al romance. El erotismo y la sexualidad llegaron a estar disociadas del amor, estableciendo una separación peligrosa entre amor y violencia.
El cine y la experiencia humana
El cine ha compartido la experiencia humana a un nivel nunca antes soñado. Cuando arribó la imprenta, los maestros se asustaron porque su sabiduría quedaría en manos de muchos. El compartir el conocimiento le restaría todo poder y perdería su control. A su manera el cine abrió el debate a muchos temas humanos. Así, Kevin Brownlow, historiador y cineasta, en Behind the Mask of Innocence, (1991) analiza la importancia de los filmes sobre la conciencia social en la era del cine mudo.
La gente pudo verse y oír cómo eran y como les gustaría ser. El cine entró en lugares antes vedados. Estuvo cerca a la vez de los pobres y los poderosos. El cine mostró a los seres humanos en su gloria y también en su miseria. Así se puede entender que no tardaría en aparecer la censura.
El cine y la política
A medida que los medios se privatizan, su poder sobre la política y la cultura se amplía. Ya en 1940, cuando Orson Welles produjo Citizen Kane, considerado hoy uno de los más grandes filmes de toda la historia, mostró lo explosiva que puede ser que una película, a partir de un personaje de ficción, criticara a un magnate de la prensa, cuya semejanza con el real Randolph Hearst era difícil de negar, abre la caja de Pandora de todo lo que se ocultaba de los medios mismos. El cine, que muchos relacionaban solo con el entretenimiento, se convertía en un instrumento de crítica social.
Todas las presiones posibles fueron ejercidas para impedir su proyección, desde represalias económicas hasta la revelación de historias turbias de personajes conocidos. Esta trama secreta del funcionamiento de los medios sobre los poderes y entre los poderes, irá encontrando una sofisticación y alcance cada vez mayores. Al menos en aquel momento, lograron que la difusión del filme fuera muy limitada y sufriera muchos perjuicios económicos. De todas maneras, nunca lograron que su fama y valores se perdieran, por el contrario, se acrecentaron con el tiempo. Una demostración de la paradoja de los controles que no pueden impedir que salga a luz aquello que querían destinar al olvido.
El cine en la sociedad post moderna
En las décadas del 60 al 90, el tratamiento de la religión cambia significativamente. Esta etapa está marcada por varios cambios en la sociedad, una era de post guerra y guerra (Corea, Vietnam), revueltas estudiantiles, liberación femenina. Revueltas también en el Este (Praga 1968, Revolución cultural en China, etc).
Es también la época de un fuerte desarrollo de los medios audiovisuales y de la sociedad post moderna. Una sociedad que ha perdido los valores tradicionales, ha acrecentado el individualismo, el pluralismo cultural. La religión institucional sufre una severa crisis, que abre la puerta a formas de retracción fundamentalista o a la amalgama de diversas expresiones religiosas.
Los cambios en el cine a partir de la década del 60 se destacan por el incremento comercial y una mayor necesidad de entretenimiento. Hollywood empieza a dominar el mercado y así sigue hasta hoy.
En Europa se acepta al cine como una nueva forma de arte. En Francia se destaca la Nouvelle Vague (Truffau, Bazin, etc.) Se abren otras perspectivas: neorrealismo (Rosselini, De Sica) cine de autor (Bergman, Fellini, Passolini, Buñuel, etc.) son quienes reflejan más directamente la problemática religiosa.
A pesar de todo, los temas, las preguntas “religiosas” siguen inquietando a los teóricos, el arte. Lo santo y lo sagrado permanece como un tema dominante (aunque a veces disfrazado) en el arte moderno. George Steiner ha afirmado que hoy Shakespeare sería cineasta.
En su momento, la imprenta produjo un enorme aporte al desarrollo de la cultura y a la difusión del conocimiento, pero sus alcances fueron limitados, entre otras razones, porque la capacitación requerida para acceder a sus productos y sus costos dificultaba la posibilidad para ser accesibles. La aparición de los distintos medios electrónicos se produce en un período más breve; su alcance se torna masivo muy pronto, y para acceder a ellos no es necesaria ninguna capacitación previa.
En la era del control
Mucho se ha hablado sobre el control de los medios y el control de las mentes como una relación inevitable. Lo cierto es que las intenciones de dominación no siempre logran los resultados buscados. Del control de medios al control de mentes hay una gran distancia. Habría que considerar la influencia de los elementos sociales, culturales y religiosos. Decía Ignacio Ramonet, destacado investigador de la comunicación, que el problema no está en decir que la televisión nos manipula. Para él, el problema está en saber cómo manipula y esto no es tan evidente.
Aquí vamos a concentrarnos en la gravitación que el cine ha tenido y tiene en la vida de la sociedad La enorme importancia de los medios de comunicación audiovisual, concentran cada vez más poder en el ámbito mundial, ejerciendo una gran influencia en la conformación de la sociedad y sus valores. Esta inusitada concentración de poder está determinando ciertas estructuras en la sociedad que limitan el desarrollo de una sociedad plural. Esta concentración de poder establece sus propias reglas de juego sobre el llamado “libre flujo de la información”.
El cine, como otras manifestaciones del arte, nos enseña que una seria reflexión y cuestionamiento emerge de la atenta cámara, desafiando. Por eso, no se trata de alabar un filme por sus buenos atributos morales o porque está de acuerdo con propias convicciones. Se trata de establecer un diálogo con aquellos que buscan entender al ser humano.
¿Hay un futuro para el cine?
Este complejo mundo está sumergido y, en buena parte, direccionado el área del cine. ¿Hay algún camino alternativo al que se pueda acudir?
En la tercera parte de su obra “Soñar con los ojos abiertos”, Fernando Birri, un creador que ha trabajado con los sectores más humildes, procura entrelazar su visión con un proceso de alimentación del que se nutren los directores de cine, destacando que hay también un proceso de retroalimentación en el encuentro con la cultura.
En la utopía que pregona Fernando Birri la libertad y la creatividad juegan un papel clave. Su invitación está acompañada por “una conciencia profunda de la antiutopía” Para que la utopía se torne realidad se requiere un marco social donde se comparta una común visión del mundo. Mientras esto no sea posible ¿qué deberán esperar los nuevos cineastas? ¿Cómo se prepararán para enfrentar un mundo donde el medio audiovisual se desarrolla como industria con objetivos solo comerciales? El valor de esta obra reside en su espíritu testimonial, en la riqueza de la experiencia y en la búsqueda permanente por lo “nuevo”, acompañado por un dejo de nostalgia junto a una particular visión de la historia.
¿Es el arte una ensoñación que busca hacernos olvidar o siquiera negar las dolorosas verdades que enfrenta la humanidad? ¿Es por eso que las propuestas que sostuvo Andrei Tarkovsky sobre el arte y su manifestación, se diluyen como ilusorios caminos sin salida? ¿Hay que resignarse a creer que se trata utopías inalcanzables? Tarkovsky parece proponernos un camino en su última gran obra, Sacrifice. En las primeras escenas el protagonista Alexander y su pequeño hijo están regando un árbol seco (foto arriba).1 El niño, habiendo sido operado de la garganta, no puede pronunciar palabras y escucha en silencio la historia que su padre le cuenta acerca de un monje ruso que regó un árbol seco por años hasta que el árbol floreció. En la escena final el niño, que está solo regando el árbol, rompe su silencio: “En el comienzo fue la palabra.” ¿Por qué Papá? Porque solo la comunicación puede evitar el aislamiento, romper las barreras de raza, de religión, de género y permitir crear el encuentro.
¿Hay motivos de esperanza? La respuesta, dice Tarkovsky, “la da quizá la vieja leyenda del riego paciente y perseverante de un árbol seco que he elaborado en esa película… Porque el monje, que contra toda razón fue subiendo año tras año los cubos de agua a la cima del monte, creía de forma concreta y fiel en los milagros de Dios. Por eso, un buen día se le reveló uno de esos milagros: por la noche, las ramas secan había florecido.”2
Notas
1. Birri, Fernando, Soñar con los ojos abiertos, Editorial Aguilar, Argentina, 2007.
2. Tarkovski, Andrei. Sculpting in Time, The Bodley Head, London, 1987.
Carlos A. Valle es pastor de la Iglesia Metodista Argentina, comunicador social y ex secretario general de la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana.
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