Fomentar discursos de derechos humanos como alternativa a los discursos nacionalistas, discriminatorios y de odio
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Fomentar discursos de derechos humanos como alternativa a los discursos nacionalistas, discriminatorios y de odio

Solange De La Cruz Matos

El discurso, como suceso de comunicación, es utilizado por las personas para transmitir ideas, creencias y expresar emociones, o cuando se lee o escribe una noticia periodística.1 Los medios de comunicación desempeñan un rol de primer orden en la construcción y reconstrucción de la realidad; y en los temas referidos a las migraciones suelen subrayar diferencias entre la población autóctona y el mundo inmigrante, creando mitos y estereotipos sobre este último.

El Espacio de Comunicación Insular (Espacinsular), en el marco del proyecto “Promoción de una cultura democrática, de cero tolerancias al racismo y a la xenofobia en los medios de comunicación”, desarrolló la investigación “Nacionalismo, xenofobia, racismo y discriminación en medios de comunicación y redes sociales en República Dominicana. 2014 – 2018. Análisis del discurso en publicaciones que abordan la migración haitiana, sus descendientes nacidos en el país y otras temáticas alusivas a la relación con Haití”. Mediante ese estudio, Espacinsular tuvo el claro propósito de formular propuestas para promover, a través de la comunicación, el respeto a los derechos y a la dignidad de las personas y el buen vivir.

En este artículo, que recoge parte de esa investigación, nos enfocamos en el discurso nacionalista, que “refleja una percepción de la superioridad nacional y una orientación hacia la dominación nacional”,2 en el discurso de discriminación o de incitación al odio, que tiene la función de degradar y deshumanizar al individuo y al colectivo vulnerabilizado al que pertenece, reforzando y generando la sensación de pertenencia a quienes divulgan esos contenidos, sintiéndose legitimados,3 y en el discurso de derechos humanos, que pone en primer plano a la persona y sus derechos intrínsecos, exigiendo la inclusión y la no discriminación.

Algunos estudiosos de estos temas plantean que la imagen que se tiene de los inmigrantes puede ser el resultado de una selección y de una organización previa de la información por parte de los medios de comunicación,4 y le atribuyen responsabilidad en el desarrollo de la xenofobia, al presentar las costumbres y culturas extranjeras como dimensiones extrañas y ajenas a la identidad nacional.5 En ese tenor, el antropólogo dominicano Carlos Andújar asegura que “el periodismo dominicano está cargado de prejuicios”,6 mientras que la psicóloga dominicana Sergia Galván afirma que los medios de comunicación han sido por excelencia estructuras que permanentemente expresan estereotipos: “… desde la publicidad, los tipos de programa que se producen, las imágenes que se transmiten, los mensajes explícitos y subliminales, los anuncios, los modelos, las personas, expresan el prejuicio racial.”7

Para ilustrar cómo desde los medios se fomenta la xenofobia, el sacerdote dominicano Regino Martínez, quien tiene una vida de trabajo pastoral y social en la frontera dominico-haitiana, relata que en el año 2005 ocurrió el asesinato de dos militares que estaban de servicio en la frontera: “A partir de ese hecho, instituciones oficiales comenzaron a generar cohesión dominicana en contra de los haitianos. Se quería presentar esa acción aislada como una acción del pueblo haitiano en contra del pueblo dominicano. Y eso se hizo a través de los medios de comunicación hablados.”8

Como parte de esta investigación de Espacinsular, se realizaron cuatro entrevistas a especialistas dominicanos, dos con investigadores del área de la sociología, Rosario Espinal y Wilfredo Lozano, ambos con amplia exposición en los medios de comunicación nacionales, y dos con profesionales de la comunicación que desempeñan posiciones ejecutivas en medios nacionales, Marien Aristy Capitán y Gustavo Olivo Peña.

Para Lozano, en la actualidad, en los medios de comunicación y en el liderazgo político hay una exacerbación de ciertas lecturas ideológicas de la relación con Haití, citando la falta de una coherente política de Estado y una visión de la “peligrosidad de Haití” que sustenta la necesidad de medidas duras frente a esa inmigración. En tanto, Espinal advierte que el discurso de discriminación, dependiendo de su intensidad y de su forma, puede ser un discurso de odio activo, o puede ser un discurso para denigrar, sin generar la otra parte, que es el efecto del odio.”

Para el periodista Olivo, hay medios de comunicación que contribuyen a exacerbar las relaciones entre las poblaciones dominicana y haitiana: “Hay mucha beligerancia, porque los medios le han metido esa beligerancia en la cabeza a la gente. La han manipulado.” En tanto, la periodista Aristy, sobre el discurso de discriminación considera que “tuvo un resurgir a partir de la Sentencia 168-13 (a la que llama “camiona constitucional)”: “Yo creo que eso ha promovido ese discurso de odio que antes, si existía, no era tan latente… yo creo que esa Sentencia sacó lo peor de todos nosotros”. La sentencia en cuestión fue dictada por el Tribunal Constitucional el 23 de septiembre de 2013, mediante la cual desnacionalizó a generaciones de personas dominicanas de ascendencia haitiana nacidas entre el 1929 y el 2007.

Una lupa sobre los discursos de la muestra

El análisis del discurso tiene por objeto el estudio del uso oral y escrito que hacen las personas de éste.9 Ese ejercicio permitió identificar, en el período y los temas seleccionados, los discursos predominantes en las informaciones publicadas en medios nacionales tradicionales y en nuevos medios digitales referidas a la migración haitiana en el país, a la población dominicana de ascendencia haitiana y a otras temáticas alusivas a las relaciones entre ambos países.

El discurso que se identificó como dominante en las diferentes coberturas periodísticas y artículos de opinión que formaron parte de la muestra fue el nacionalista, sustentado, fundamentalmente, en expresiones de cuestionamiento a la presencia de la inmigración haitiana en el país. Por ejemplo, uno de los temas de cobertura analizados fue el referido a la firma del pacto mundial para una acogida cálida a las migraciones por parte de las naciones receptoras, el que fue abordado en los medios nacionales como si con ese pacto, concebido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con un alcance global, se persiguiese de manera particular la unificación de esta isla compartida.

En otro de los temas examinados, la desnacionalización de población dominicana de ascendencia haitiana, la cobertura estuvo centrada en el Proyecto de Ley que procuraba una solución a la situación que se había generado a raíz de que el Tribunal Constitucional dictaminara una sentencia anulando la nacionalidad a un número importante de población dominicana de ascendencia haitiana, dejándola en un limbo jurídico, y en la cual el discurso nacionalista también fue dominante. Los argumentos del discurso nacionalista se sustentaron en la inconstitucionalidad tanto del proyecto de Ley y de la legislación ya promulgada, como de su reglamento de aplicación, argumentando que lesionaban mandatos patrios y de soberanía, y advirtiendo del peligro que representa para el país la migración haitiana.

En la cobertura sobre una agresión sexual atribuida a tres ciudadanos haitianos, que generó actos de violencia contra población migrante haitiana y un crimen de odio contra un migrante de esa nacionalidad, nuevamente el discurso nacionalista alcanzó primacía, resaltándose un abordaje como si se tratase de una confrontación con el vecino país, y no actos criminales con responsabilidades individualizadas. Ese enfoque dio paso a que en algunas publicaciones periodísticas no fueran citados los nombres de las víctimas, haciendo alusión a ellas solo por sus nacionalidades, atribuyendo a toda la población haitiana tener una naturaleza violenta y delictiva.

En términos generales, el discurso nacionalista que se reprodujo de manera predominante le atribuye a la inmigración haitiana, mayoritariamente negra y empobrecida, ser “mísera”, “incivilizada”, “bárbara”, “insalubre”, “promiscua”, “depredadora”, “ilegal”, caótica, ser una “plaga”, “invasora” y generadora de “arrabalización” y de “inseguridad”, entre otros calificativos denigrantes, llamando de manera reiterada a no permitir la “haitianización” del país y reclamando la expulsión de esa migración a su territorio, que denominan “estado fallido” y “estado colapsado”.

Se evidencia que en los temas referidos al vecino país y a su población migrante, en medios de comunicación se reproducen discursos que podría estar contribuyendo a incentivar la xenofobia y los prejuicios.

Una comunicación de derechos

¿Desde la comunicación, cómo se podría aportar para que las relaciones entre los pueblos de República Dominicana y de Haití estén sustentadas en el respeto a los derechos humanos y el buen vivir? Al hablar del buen vivir, se hace referencia a una forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la naturaleza, que tiene como uno de sus pilares el acceso a una comunicación libre, intercultural, incluyente, diversa y participativa, en todos los ámbitos de la interacción social, por cualquier medio y forma, libre de estereotipos y prejuicios, respetuosa de la sociedad en su conjunto y especialmente de aquellas personas oprimidas y/o vulnerabilizadas.10

Tomando en cuenta que los medios, como agentes socializadores, desempeñan un rol activo en la construcción de una sociedad de derechos, a continuación, compartimos algunas pistas para contribuir, desde la comunicación, al predominio de unas relaciones de buena vecindad entre ambos pueblos.

Uno de los resultados más relevantes del estudio documenta la presencia dominante del discurso nacionalista, vinculado con ideologías conservadoras que entrañan una percepción de la superioridad nacional y actitudes hostiles hacia los exogrupos (representados en la investigación por la migración haitiana y la población dominicana de ascendencia haitiana), concibiéndose la dominicanidad en función de su diferenciación con la haitianidad.

Evitar un abordaje periodístico sensacionalista podría contribuir a una mejor convivencia; consultar fuentes primarias, preferiblemente aquellas que tienen participación o han sido testigos presenciales, lo que facilita un enfoque y una redacción periodística con apego a los hechos, cuidándose de no contribuir a propagar rumores que con frecuencia van cargados de prejuicios.

La presencia mayoritaria del discurso nacionalista tiene estrecha relación con las fuentes consultadas. Las fuentes que reproducen ese discurso, con frecuencia, propagan una narrativa enfocada en infundir temor y en asentar en la psiquis el miedo a la pérdida de la soberanía nacional y de la nacionalidad dominicana, denunciando las pretensiones foráneas de fusionar el país con Haití e incentivando el rechazo hacia la migración haitiana y a su descendencia nacida en República Dominicana. El tema de las fuentes es altamente relevante puesto que un discurso nacionalista con un enfoque xenófobo, racista o de incitación al odio, encuentra en los medios de comunicación y en redes sociales vías idóneas para ir sembrando su mensaje de exclusión y rechazo. Al momento de pautar una cobertura, el medio ofrecería un equilibrio en la representación de los discursos de las fuentes si toma el cuidado de incluir la consulta de voces que reproduzcan un discurso de derechos humanos.

Por la carga semántica de algunos conceptos localizados tanto en noticias, editoriales, artículos de opinión y en redes sociales, y que son identificados como discriminatorios, racistas y/o xenófobos, se realizaron las siguientes reflexiones y recomendaciones:

Al hacer alusión a personas migrantes que no tienen en orden sus papeles de permanencia en el país de acogida se habla de ellas como “ilegales”. Si bien una situación de ilegalidad es aquella contraria a la ley, su asociación inmediata es con hechos delictivos y/o criminales. Al utilizar el calificativo ilegal, se trata indistintamente a quienes delinquen o cometen actos criminales y a aquellas personas migrantes que se han visto obligadas a salir de su patria para procurar su sobrevivencia y la de su familia, y que trabajan ardua y honradamente en el país de acogida haciendo a esa colectividad aportes inestimables. En el ámbito migratorio, por lo complejo del tema, el concepto indocumentado es más consecuente con un discurso de derechos humanos.

La resistencia a reconocer las contribuciones de la población migrante haitiana a la sociedad de acogida hace que el discurso se centre en los gastos en que incurre el país para garantizarle servicios básicos, y en acusaciones de deprimir los salarios, exonerando de esa responsabilidad a quienes realmente la tienen: los grupos económicos que se aprovechan de su vulnerabilidad, por su estado de indocumentación, para pagarle los más bajos salarios, incurriendo en violaciones laborales. En ese tenor, se propone la realización de investigaciones periodísticas sobre sus aportes a la economía dominicana.

Se sugiere no utilizar términos como avalancha, marea, oleada y ola para referirse al fenómeno migratorio, debido a que su uso contribuye a reforzar la idea de la existencia de caos en la frontera y a sobredimensionar la inmigración irregular, creando alarma social y contribuyendo a reforzar en la opinión pública la idea de invasión. Otros conceptos cuyo uso se debería obviar, debido a su carga fundamentalmente negativa en esta materia, son “el problema haitiano”, “masa de haitianos”, “haitianización”, “estado fallido” y “estado colapsado”. Al insistir, desde los medios de comunicación y las redes sociales, en la utilización de los conceptos señalados para referirnos a la migración haitiana, se levanta “un muro” que dificulta que dos países vecinos que comparten una misma isla mantengan una convivencia armoniosa, constructiva y colaborativa. Otra expresión considerada racista y discriminatoria es la de “extranjeros indocumentados nacidos en el país”, para referirse a hijas e hijos de población migrante haitiana que nacieron en República Dominicana, negándose a reconocer su derecho a la nacionalidad dominicana que está amparado por la Constitución Dominicana antes de la modificación realizada en 2010, y por la Ley 169-14. Esa frase forma parte del discurso que vulnera el derecho humano a una nacionalidad, condenando a la apatridia a un importante número de personas.

Durante las entrevistas con sociólogos y periodistas, en relación con los temas que aborda esta investigación, se les preguntó: ¿qué considera que puede hacer un medio y un/a periodista para contribuir a la construcción de una sociedad de derechos desde la comunicación? A continuación, sus consideraciones.

Wilfredo Lozano: “Lo primero es conocer el problema. Lo que menos conoce el periodista es el problema de la inmigración, los sistemas internacionales a los cuales nosotros pertenecemos desde el punto de vista de las obligaciones de nuestro Estado con el respeto a los derechos de los individuos. Lo que menos entienden los periodistas es que el sistema mundial se ha organizado de una forma que los estados se han visto forzados a perder algo de su soberanía para asegurarle a los individuos concretos, independientes, aislados, la posibilidad de poderse defender frente a la arbitrariedad del Estado… es importante que los periodistas comprendan cómo funciona la democracia hoy en el mundo, que conozcan la complejidad de la migración… algo que es elemental, si usted no dialoga con el otro, no conversa civilizadamente con el que tiene un punto de vista contrario a usted, si usted no lo toma en serio, no lo respeta, en el entendido de que el punto de vista de ese otro que yo no comparto es tan legítimo como mi punto de vista, si eso yo no lo tengo, entonces no hay posibilidad de nada. Ese punto de diálogo es condición central de la tolerancia. Yo lo vería de esa manera.”

Rosario Espinal: “… para tú cambiar esa situación tú necesitarías que los medios de comunicación o mucha gente en los medios de comunicación, que el sistema educativo, o sea que todas las instancias principales de socialización de la sociedad, pues, socialicen con una noción de derechos, de comprensión del derecho a la igualdad, de los derechos humanos. Esa es una gran inversión, y que siempre va a encontrar de frente a los otros, a los anti derechos, a los xenófobos, a los misóginos, a los homofóbicos. La sociedad siempre va a tener esos grupos, entonces el desafío es, ¿dónde se construye el discurso dominante? ¿Se construye del lado de la xenofobia o no? ¿Se construye del lado del racismo o no? ¿Se construye del lado del machismo o no? O sea, dónde construimos los discursos. Y todos somos responsables en la producción de discursos, pero es un proceso complejo. Es un trabajo que hay que hacerlo continuamente.”

Marien Aristy Capitán: “Quizás través de reportajes o de trabajos que sensibilicen a la gente, buscar la manera de llevar ese mensaje a través de ejemplos de gente que pueda tocar el corazón de otros, porque es la única manera de, creo, que podría funcionar. Dedicar un poco más de tiempo a eso.”

Gustavo Olivo Peña: “Yo pienso que haciendo el medio más tolerante e inclusivo… Aprendamos (sobre la inclusión) y hagamos conciencia; igual debemos saber sobre el respeto a las mujeres, rechazar la violencia, educar en la equidad, en la no violencia, pero igual, en el respeto a los demás, no importa de donde venga, si es dominicano o no, si habla tu idioma o si no lo habla, no importa el color de la piel, no importa su tamaño, o si es obeso o delgado. Es el ser humano lo importante. Uno tiene que educar en eso y los medios debemos insistir.”

Finalmente, citamos recomendaciones extraídas de la Guía para una Comunicación Inclusiva: Pautas para un Periodismo de Derechos, preparada y editada por Espacinsular:

  • Humanizar el proceso de comunicar. Medios y periodistas deben esforzarse en hacer más cercana la comunicación.
  • Se recomienda que los y las periodistas investiguen más sobre los temas raciales y que consulten a personas e instituciones expertas: acercarse a los grupos que trabajan los temas.
  • Reflexionar antes de redactar: Tener claro qué comunicar (el mensaje), para qué, para quién.
  • Evitar revictimizar a las personas afectadas por discriminación.
  • En los relatos e historias, utilizar cifras basadas en hechos y estadísticas (datos de censos y encuestas), y evitar los rumores, prejuicios y estereotipos.
  • Fomentar las interacciones sociales interétnicas entre vecinas y vecinos de República Dominicana y de Haití a través de los medios de comunicación.

Notas

  1. 1. El Discurso como estructura y proceso. Teun A. van Dijk (2000:22)
  2. 2. Nacionalismos e Ideología. Un análisis psicosocial J.M. Sabucedo y C. Fernández. Universidad de Santiago de Compostela. Psicología Política, Nº 17, 1998, 7-19 https://www.uv.es/garzon/psicologia%20politica/N17-1.pdf
  3. 3. Discurso de incitación al odio. Análisis desde los derechos humanos y pautas interpretativas. https://www.idhc.org/arxius/recerca/Discurso_incitacion_odio.pdf
  4. 4. Las diversas caras de la inmigración en los medios informativos. Juan Tomás Frutos, Universidad de Murcia. Medios de Comunicación e Inmigración. 2006 https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2214328
  5. 5. Xenofobia, (2011) Cecilia De la Garza https://journals.openedition.org/laboreal/7916
  6. 6. Entrevista a Carlos Andújar. Ibidem (2005:230)
  7. 7. Entrevista a Sergia Galván en “17 opiniones sobre racismo en la República Dominicana”. Servicio Jesuita a Refugiados/as y Migrantes (SJRM). (2005:186)
  8. 8. Entrevista a Regino Martínez en “17 opiniones sobre racismo en la República Dominicana”. Servicio Jesuita a Refugiados/as y Migrantes (SJRM). (2005:146)
  9. 9. https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/analisisdiscurso.htm
  10. 10. Guía para una Comunicación Inclusiva: Pautas para un periodismo de derechos. 2019. Espacinsular.

Solange De La Cruz Matos. Periodista con más de tres décadas de experiencia. Licenciada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en Ciencias de la Comunicación Social, con especialización y maestría en Políticas y Planificación de la Comunicación. Ha desarrollado varias investigaciones en el área de la Comunicación Social. Fue coordinadora Nacional del Monitoreo Global de Medios (GMMP) en las investigaciones de 2015 y 2020, consultora para la Cátedra UNESCO de Comunicación, Democracia y Gobernabilidad, y facilitadora en talleres para periodistas. Se desempeña en el ámbito de las Relaciones Públicas en el sector gubernamental.

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