Hacia dónde mirar en tiempos de crisis y pandemias
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Hacia dónde mirar en tiempos de crisis y pandemias

Por Leonardo Félix

Del sesgo de supervivencia y de dónde poner nuestras miradas y acciones.

Las pandemias y sus efectos colaterales no son nuevas en el mundo, así como tampoco son nuevas las acciones que se toman a fin de hacer prevalecer una supervivencia para quienes sufren los efectos devastadores de nuevas enfermedades ya sea de origen bacteriano o viral. Lo que sí es nuevo evidentemente, es el modo o los distintos modos en que una “gran aldea” globalizada como consecuencia de los grandes multimedios, que concentran información, así como los modos en que la misma se distribuye y es valorada, aparecen en escena en este último cuarto de siglo.

Durante la II Guerra Mundial, el matemático Abraham Wald nacido en Rumania a principios del siglo XX y nacionalizado en USA luego de migrar forzadamente junto con su familia en 1938 frente a la invasión Nazi sobre territorio austriaco, especialista entre otros temas en economía y fundador del análisis secuencial, esgrime un argumento interesante que podemos aplicar salvando las distancias del caso, con lo que vive hoy el mundo de la “Gran Aldea” frente a la pandemia y la posterior cuarentena (en sus distintas fases) con el covid19.

Abraham Wald tomaba el resultado de los aliados sobre los aviones que volvían de los combates midiendo las perforaciones que tenían en distintas partes de su fuselaje (alas y cola del avión mayormente) y lo denominó: “sesgo de supervivencia” esto es, cuáles eran los impactos recibidos de los que volvían a casa vivos y por ende qué áreas del avión debían ser reforzadas para próximos ataques. En sí, si bien el mecanismo de análisis es claro, deja otras fuertes preguntas en el aire, que no están ubicadas en los sobrevivientes, sino en aquellos que no habían podido volver a casa. ¿dónde estaban ubicados esos impactos? ¿de qué intensidad habían sido que no les permitió sobrevivir al fuego enemigo?

Inmediatamente esto nos lleva al análisis de la cantidad de víctimas mortales del covid19 en todo el mundo y de qué modos pone el acento los grandes multimedios en el universo comunicacional que compartimos con claras diferencias de acceso y conectividad. Porque, es casi intuitivo señalar que no es morbo por la muerte y su sufrimiento lo que dará la diferencia en cómo cuidar vidas, derechos humanos y la capacidad de comunicarse, sino acciones comprometidas y colectivas en favor de las mismas.

Saltando la barrera de la atrocidad.

Una evidente sobre saturación de información con las muertes registradas en todo el mundo y, donde América Latina en su conjunto lidera las encuestas de mortandad, así como noticias que instalan el miedo y el fatalismo de, “sin importar lo que hagamos de todos modos vamos a morir” parecen fundamentar su línea argumental, simplificando elementos complejos que ameritan resoluciones y procesos complejos y colectivos. Una simplificación binaria entre la economía, por un lado, y la enfermedad de la muerte por el otro. A riesgo de las propias vidas, las audiencias parecen hipnotizadas al momento del planteo que nos dice que, no se puede dejar la salvaguarda de la economía en pos de una cuarentena que parece atentar todo el tiempo contra ella, o contra el sistema en su conjunto sin tomar en cuenta el capitalismo deshumanizante que se sufre a diario.

Es imprescindible un periodismo de investigación que pueda saltar por sobre la barrera de la “atrocidad” y el “horror”, y que nos permita focalizar la atención sobre cada vida que se pierde entendiendo que hay experiencias únicas y narrativas que subyacen en cada una, que deben ser contadas y sostenidas en el tiempo. No se trata del “mercado” o la “salud”, no se trata de replicar la cultura sacrificial de los dioses del mercado donde unos pocos millones de vida no cuentan en la medida que la producción siga su curso con los más fuertes o, como mostraban, el pasado jueves 30 de abril de 2020 manifestantes armados frente al capitolio de Michigan – ubicado en su capital, Lansing, mientras se discutía el extender la declaración de emergencia de su gobernadora, la democráta Gretchen Whitmer, la completa falta de solidaridad y violencia civil al cuidado de las vidas más vulnerables.

Hacia la vida…hacia los derechos a la comunicación para todas y todos

A pesar de toda mala señal y peores pronósticos, la vida de cada ser humano tiene una fuerza única e irrepetible que responde sobradamente a cualquier maquinaria de exclusión y fatalismo que se plantee. Las mismas plataformas digitales de ONGs a lo largo del mundo y en particular de América Latina, han planteado nuevas narrativas disputando vida donde solo se lee “muerte”, disputando cuidado, preservación y ternura, frente a un medio que solo parece plantear la salvación del más “fuerte”.

Junto con estos nuevos modos de reorganización del trabajo (home office) para las personas que tienen el privilegio de contar con un empleo, se hizo evidente la brecha digital ya existente, con largas horas frente a un computador o notebook, que evidencian la ya precaria condición de trabajo y junto con esto, la falta de accesibilidad en la región a “bandas anchas” reales y firmes en su funcionamiento; servicios prestados con poca o nula asistencia técnica de parte de sus servidores.

Resulta fundamental poner en la agenda de los medios estos elementos que quedan expuestos con la pandemia, precarización laboral – que sufren en gran medida las mujeres en el continente – y una brecha digital que dificulta aún más el cumplimiento del trabajo existente. Junto con esto, y salvando la falsa dicotomía entre “economía vs. salud” es también prioritario instalar el tema de la responsabilidad de los Estados frente a este cataclismo y dónde ponen el grueso de sus inversiones, al momento de hablar de ciudadanías y electores.

Elevar la mirada frente a todo “sesgo de supervivencia”

Muchos años atrás, como nos cuenta el relato bíblico del libro del Génesis, Noé tuvo que ver cómo resolvía el tema del diluvio universal y todos los animales que Dios le pidió llevara con él para salvaguardar la continuidad de las especies y la humanidad misma; luego de semanas y semanas donde solo el agua los rodeaba, comienza la exploración de Noé para ver si las aguas habían descendido lo suficiente.

Para mi asombro cada vez que vuelvo a releer este maravilloso texto, Noé no tira una “sonda” hacia abajo para medir la profundidad y comprobar el nivel de las aguas; el texto dice puntualmente: “Noé esperó otros siete días, y volvió a soltar la paloma. Ya empezaba a anochecer cuando la paloma regresó con una rama de olivo en el pico. Así Noé se dio cuenta de que la tierra se iba secando” (Gen. 8.10-11). Nuestro personaje bíblico evidentemente mira hacia los cielos para esperar una respuesta que trajese la paloma. Mira hacia arriba esperando discernir qué hacer.

Es importante frente a la gravedad de lo que vivimos, frente a este nuevo “cataclismo” global, no perder el sentido de dónde ponemos la mirada, sobre quién o quiénes posamos nuestra mirada, nuestras acciones y nuestros pensamientos. Si lo único que perdura es el “sesgo de supervivencia” de Wald, no dejaremos de ver en ningún momento a los y las sobrevivientes de esta pandemia, acudiendo solo al morbo de la muerte para anestesiar e invisibilizar las vidas e historias que están detrás de cada perdida humana.

Del mismo modo, si no levantamos la mirada en ningún momento, lo único que prevalece es la devastación y la soledad de lo que el cataclismo se llevó. Periodismos comprometidos con las vidas y sus narrativas, son aquellos, en definitiva, que pueden elevar la vista más allá de esta tragedia, reclamar y poner en agenda, una responsabilidad colectiva sobre el cuidado de la vida, y a su vez, visibilizar e incidir, para que la sociedad civil impacte sobre las acciones de los Estados que deben, sobre todo, cuidar las vidas en justicia, educación y salud que son el sustento de sus acciones.

Leonardo Félix es Ministro Ordenado de la Iglesia Metodista en Argentina, Lic. en Comunicación con Posgrado en Comunicación Digital, Director Ejecutivo de ALC Noticias y presidente de la Región WACC América Latina desde 2018.

Foto: A. Amdán (Telám) en el barrio de San Telmo. Buenos Aires, Argentina. Del domingo 29 de marzo de 2020.

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